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  LEY 1098 de 2006- Código de la Infancia y la Adolescencia
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Política Distrital de Infancia y Adolescencia

 

 

 

 

Quiéreme bien, quiéreme hoy

Política por la calidad de vida de niños, niñas y

adolescentes en Bogotá

 

Introducción

Una ciudad moderna y humana no puede ser indiferente ante graves

problemas. Que un niño o una niña muera en su primer año de vida, como

consecuencia de la precariedad de su ambiente más próximo; que un niño, una

niña o un adolescente sea abusada sexualmente o sea sometida a maltrato

físico continuo por su propio padre o madre; que un niño o una niña trabaje

cuando debería estar en la escuela; que una adolescente inicie un embarazo a

sus 12 o 13 años porque no hay otra opción de futuro. Ninguna de estas

situaciones debería ocurrir; pero ocurren, no porque existan malas personas;

ocurren como consecuencia de una red de causas tan complejas que parecen

insuperables.

Debido a la complejidad de estos problemas, para afrontarlos no basta con

aumentar los servicios de las instituciones del Estado. Tampoco basta con

sumar estos servicios para ofrecerlos en un mismo edificio de veinte pisos.

Para superar problemas complejos se requiere identificar las causas que mejor

explican su ocurrencia y afectarlas por medio de la acción simultánea y

concertada de la sociedad toda. No es posible que un sector de una respuesta

integral y suficiente, como no es posible pensar que las causas se generan en

un solo sector. El Estado tendrá que actuar de manera transectorial y convocar

a la sociedad entera para propiciar una acción colectiva adecuada a la

magnitud y la complejidad de los problemas. El esfuerzo central de esta

administración es convocar a la confluencia de esfuerzos en torno a los niños,

niñas y adolescentes. Solo cuando esta confluencia se logra, una política de

gobierno se convierte en una verdadera política pública. Tal es la pretensión de

la política por la calidad de vida de niños, niñas y adolescentes en Bogotá

expresada en al Plan de Desarrollo Distrital 2004-2008 “Bogotá sin Indiferencia:

un compromiso social contra la pobreza y la exclusión.” No se trata sólo de

pensar en el futuro. Se trata de hacer todo lo posible hoy, porque la niñez se

vive sólo una vez. “Quiéreme bien, quiéreme hoy” es un imperativo, porque

todo lo que no les demos o les quitemos hoy, lo perderán para siempre.

 

Una realidad intolerable

 

Los menores de 18 años son casi la tercera parte de la población bogotana. De

los 6.861.499 habitantes, 2.153.844 son niños, niñas y adolescentes; esto es el

31,4%. Esta proporción se incrementa en las localidades de Santafé, San

2

Cristóbal, Usme, Tunjuelito, Bosa, Kennedy, Rafael Uribe y Ciudad Bolívar, en

algunas de las cuales alcanza el 40%.1

Bogotá – Población Total y de niños, niñas y adolescentes

Grupo de Edad

Población

Total

Participación de

los niños, niñas y

adolescentes en el

total población

Participación en el total

de niños, niñas y

adolescentes

0 – 4 años 557.978 8,1 % 25,9 %

5 – 11 años 870.798 12,7 % 40,4 %

12 – 17 años 725.068 10,6% 33,7 %

Total niños, niñas

y adolescentes

2.153.844 31,4 % 100,00 %

Total Población 6.861.499 100,00%

Fuente: ECV 2003, DAPD-DANE.

Cuando se observa la magnitud y la severidad de los problemas cotidianos de

niños, niñas y adolescentes en Bogotá, aparecen algunos que son a todas

luces intolerables. Muchos de ellos son percibidos por niños, niñas y

adolescentes con especial importancia, cuando se les da la oportunidad de

hablar de sus problemas. Otros ni siquiera son percibidos por ellos, porque es

lo único que conocen en su corta vida. Y otros se han convertido en un asunto

“natural” para un amplio sector de la sociedad, bien sea por la idea que se tiene

de la infancia o bien porque no parecen superables, y terminan haciendo parte

del paisaje.

Para una ciudad que pretende ser moderna y humana, resulta intolerable que

sus niños, niñas y adolescentes sufran o mueran por causas evitables como las

perinatales, las enfermedades infecciosas y los accidentes; padezcan hambre;

los maltraten, los castiguen o abusen de ellos sexualmente; trabajen en vez de

estar en la escuela; estén solos; no se les escuche o se les margine. Estas son

situaciones ante las que la sociedad bogotana no puede ser indiferente.

Es intolerable que los niños, niñas y adolescentes sufran o mueran

por causas evitables2

En Bogotá siguen muriendo niños, niñas y adolescentes por causas evitables

asociadas al nacimiento, por infecciones y por accidentes que podrían

prevenirse. Si bien en los últimos quince años la tasa de mortalidad de los

niños y niñas menores de un año ha descendido en Bogotá, pasando de 27 por

mil nacidos vivos en 1986 a 15 en 2002, tal descenso es inferior a lo observado

en países con similar grado de desarrollo, como sucede en Chile y Costa Rica,

1 Encuesta de Calidad de Vida 2003, DANE, DAPD.

2 Boletín Estadístico 2003. SDS.

3

en donde se han alcanzado tasas de mortalidad de diez por mil nacidos. La

posibilidad de las mujeres de acceder al control prenatal, a la atención del parto

y el puerperio ha mejorado significativamente: para el 2002 la cobertura de

atención institucional del parto en Bogotá fue de 99.39%. Sin embargo, existen

diferencias entre localidades que se convierten en inequidades intolerables. Así

por ejemplo, mientras en Teusaquillo en el año 2002 no se reportó ningún caso

de muerte materna, en Ciudad Bolívar murieron 11 mujeres.

Por otra parte, la diarrea y la infección respiratoria continúan siendo una de las

principales causas de enfermedad y muerte de los niños y niñas menores de

cinco años. En 2002, por cada 100.000 niños murieron 6 por enfermedad

diarréica aguda (EDA) y 21 por infección respiratoria aguda (IRA). Aunque ha

disminuido, lo más llamativo son las diferencias entre localidades: mientras en

Teusaquillo no se presentó ningún caso de muerte por IRA, en Ciudad Bolívar

hubo 20 y en Kennedy 15; mientras en Usaquén no se murió ningún niño o

niña por diarrea, en Ciudad Bolívar y en Kennedy se murieron 6 en cada una.

El embarazo adolescente es alto y tiende a estabilizarse, aspecto que

contribuye a aumentar el riesgo de mortalidad en niños y niñas menores de

cinco años. Las cifras indican que durante el 2002, se presentaron 440

nacimientos en niñas entre 10 y 14 años, y 20.095 en adolescentes de 15 a 19

años. Estos últimos constituyeron el 17,48% del total de partos de la ciudad.

La violencia ejercida contra los niños, las niñas y adolescentes es otra de las

principales causas de su muerte. En el año 2002, 43 de cada 100 niños, niñas

y adolescentes que murieron violentamente fueron asesinados, 27 murieron en

accidentes de tránsito, 17 murieron a causa de otros accidentes y 13 se

suicidaron3.

Las lesiones de causa externa sufridas por los habitantes de la ciudad se

producen principalmente en el trabajo y, en segundo lugar, en el hogar. De los

42.438 casos reportados en 2003, 8.846 fueron accidentes domésticos y, de

estos, la tercera parte les ocurrió a niños y niñas entre 0 y 14 años. Las tres

causas más importantes son las caídas de altura, el golpe con objeto

contundente y las quemaduras.

Tanto las muertes perinatales, como las asociadas a las infecciones y a los

accidentes tienen una relación estrecha con las condiciones de vida de las

familias. La calidad de su vivienda, del barrio, de los lugares en los que se

movilizan, de la escuela, el nivel educativo de la persona jefe del hogar, junto

con la oportunidad y la calidad de los servicios recibidos y la presencia o no de

redes familiares y sociales de apoyo, contribuyen a que estos problemas

ocurran todos los días. La atención de enfermedades prevenibles demanda

enormes cantidades de recursos, tanto públicos como privados. La muerte de

3 Observatorio de Violencia y Delincuencia de Bogotá, 2002.

4

los niños y niñas genera simplificaciones del capital humano y significa para la

sociedad la pérdida del más alto potencial de desarrollo.

Es intolerable que los niños, niñas y adolescentes padezcan

hambre y malnutrición

En Bogotá los niños, niñas y adolescentes padecen hambre, al punto de

comprometer su vida, como se observa en los últimos cinco años, cuando 117

niños y niñas menores de cinco años presentaron como causa básica de

defunción la desnutrición. Esta cifra puede ser más alta cuando la desnutrición

se asocia a otras causas de muerte.

De 130.000 niños y niñas menores de 7 años4, el 13.4% presenta desnutrición

crónica, es decir, han crecido menos de lo que deberían para su edad. Esto

significa una exposición prolongada a una nutrición inadecuada. Las

consecuencias se evidencian durante la edad escolar y durante la

adolescencia, y su recuperación es prácticamente imposible. En algunos niños,

niñas y adolescentes produce daños irreparables. Las mayores prevalencias se

observan en las localidades de San Cristóbal (24.1%), Sumapaz (22.4%),

Usme (17.4%) y Ciudad Bolívar (16.4%).

De ese mismo total de niños y niñas menores de 7 años, en promedio el 5.9%

presenta algún grado de desnutrición aguda; es decir, pesan menos de lo que

deberían para la talla que poseen. Este fenómeno se puede revertir con una

intervención adecuada y oportuna, sin embargo afecta también el normal

desarrollo de los niños y niñas. Las localidades más afectadas con este tipo de

desnutrición son Ciudad Bolívar (9%), Usme y San Cristobal (8%) y Bosa (7%).

El estado nutricional de la gestante afecta también de manera considerable a

los niños y niñas. Del total de mujeres gestantes atendidas en las Empresas

Sociales del Estado, de enero a septiembre de 2003, 33% presentaron bajo

peso, mientras que 16% presentaron obesidad y 15% sobrepeso.

Las estadísticas del Latín Barómetro5 reportan que la población pobre de

América Latina de las llamadas mega ciudades como Bogotá, gastan del 60 al

80 por ciento de sus ingresos en compra de alimentos, lo que las hace más

vulnerables a los aumentos de precio. Los pobres de las ciudades son el último

eslabón de una cadena que se ve afectada por escasas opciones de compra.

Los pobres quedan en riesgo no solo por no lograr adquirir la cantidad de

alimentos para satisfacer sus necesidades calóricas y protéicas sino también

porque están expuestos a un alto riesgo en torno al consumo de alimentos de

baja calidad. Entre los estratos altos, el problema se expresa como mala

4 Balance Social 2003 DABS

5 Latín Barómetro 2000, Encuesta Latinoamericana, Santiago de Chile 2003

5

calidad de los alimentos y sedentarismo, dos factores que terminan en

obesidad y en un aumento del riesgo de enfermar y de morir.

Dentro de los determinantes particulares de la condición nutricional se

encuentran la disponibilidad y el acceso a los alimentos, los patrones

alimentarios y la prevalencia de enfermedades como la diarrea y la neumonía.

Es imperativo incidir en estos factores para avanzar hacia la garantía de unas

condiciones alimentarias y nutricionales adecuadas. De no hacerlo el desarrollo

integral de los niños y las niñas, esto es, su rendimiento físico, su capacidad

intelectual, la resistencia a las enfermedades, el estado psíquico y por ende su

desempeño social, se verán gravemente comprometidos.

Es intolerable que a los niños, niñas y adolescentes los maltraten o

los abusen sexualmente

La violencia contra los niños, las niñas y los adolescentes se inscribe en el

marco de la violencia intrafamiliar que afecta a una proporción muy alta de los

hogares colombianos. El Instituto Nacional de Medicina Legal reportó que en

Bogotá, durante 2001, se presentaron 26.427 casos de violencia intrafamiliar

de los cuales el 18% (4725) fueron contra menores de edad6. Para el mismo

año la Secretaría de Salud de Bogotá reportó 4.480 casos7. Es importante

señalar que del total de menores de 18 años fallecidos por maltrato en el 2001

el 61% correspondió a menores de 5 años. Se estima que todos estos datos

corresponden solamente a un 5% del total de casos que suceden, porque

todavía la mayoría se oculta.

Dentro de las principales causas asociadas a estas violencias se encuentran

las relaciones fundadas en el patrón dominación - sumisión (a menudo las

mujeres están subordinadas al hombre y los niños y adolescentes a los

adultos), las concepciones autoritarias sobre el ejercicio de la paternidad y

maternidad, y sobre los patrones de crianza. Con frecuencia la formación de los

hijos e hijas es asumida como una relación de fuerza, donde el castigo es

legitimado como un mecanismo de educación y disciplina. Se concibe a los

niños, niñas y adolescentes como seres incapaces de pensar y comunicarse, y

como “propiedad” de los adultos, por lo que sus necesidades son desconocidas

y la visión adulta sobre el mundo se impone.

Este tipo de relaciones se agudizan frente a situaciones de crisis económica o

conyugal de las familias, las cuales generan incomunicación, aislamiento de los

sistemas de apoyo y pérdida de la capacidad para buscar ayuda. Igualmente el

consumo de alcohol y sustancias psicoactivas propician la pérdida del control

3 Es importante anotar que para el 2001 hubo un incremento del 10% frente al año 2000. Para

el 2002 se reportaron 3646 casos, lo que significa una reducción de más del 20%.

7 De acuerdo con los datos del Sistema de Vigilancia de la Violencia Intrafamiliar de la

Secretaría de Salud de los 4.480 casos identificados, 33% (1464) corresponde a niños y 67%

(3016) a niñas

6

emocional y de las inhibiciones y generan situaciones de violencia que

terminan siendo descargadas sobre los más débiles. La paternidad o la

maternidad prematura y la no deseada, pueden tener como consecuencia el

rechazo hacia el hijo e hija. En ocasiones, padres o madres muy jóvenes

muestran incapacidad para establecer vínculos afectivos con los hijos e hijas

no deseados. Estas situaciones no son exclusivas de los estratos bajos. Por el

contrario, afectan de una manera transversal a todas las familias, aunque

existan particularidades, como más maltrato físico entre las pobres y más

psicológico entre las ricas.

La falta de habilidad para resolver problemas cotidianos por vías afectuosas y

respetuosas produce como consecuencia en las personas agredidas

sensaciones de temor y falta de comunicación, llevando a la sumisión y

aceptación de la fuerza y poder del otro o la otra. La incapacidad para negociar

conduce nuevamente al uso de la fuerza como demostración de poder. Ante las

demostraciones de fuerza se presenta temor al abandono, que a su vez hace

más fuerte el sentimiento de desprotección y la incapacidad para conciliar,

creándose un círculo de violencia.

Aún más contundente e intolerable que el maltrato físico y psicológico es la

violencia sexual. En Bogotá, durante el 2002, el Instituto Nacional de Medicina

Legal y Ciencias Forenses realizó 3746 dictámenes sexológicos de los cuales

el 92% correspondía a menores de 18 años, con especial énfasis en los niñas y

niños entre 5 y 14 años de edad. Se sabe también que las agresiones son

cometidas, en el 82% de los casos, por familiares y conocidos8. Si bien las

cifras permiten una caracterización general de la problemática, se desconoce la

magnitud real del fenómeno; se calcula que el 90% de los casos de violencia

sexual tampoco son denunciados9, debido a múltiples causas, entre otras, la

invisibilidad originada en la sanción social a las víctimas, la desconfianza en la

justicia y el temor a las retaliaciones. Este problema también se comporta de

manera transversal entre las clases sociales.

La violencia sexual es la manifestación más palpable de la fractura ética de una

sociedad que no ha logrado fortalecer vínculos de afecto y solidaridad, lo cual

incide también en el tejido social e inhibe la construcción de la democracia y la

paz. Esta violación del derecho a la vida, a una vida con dignidad, sobrepasa

los límites de lo ético y lo social para convertirse en un reto político de

construcción de autonomía, ciudadanía y democracia.

En general las consecuencias de estas violencias son enormes, aunque no

siempre fáciles de estimar: las repercusiones sobre la salud mental de las

personas y las comunidades se caracterizan por dolor, sufrimiento emocional,

8 Forensis. Datos para la Vida. Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.

Fiscalía General de la Nación. Bogotá - Colombia. 2002.

9 Fondo de Población de las Naciones Unidas, Proyecto de Atención Integral a Víctimas de

Violencia Sexual. Bogotá –Colombia. 2002

7

riesgo de muerte, daños psicológicos y deterioro de la calidad de vida. Propicia

las actitudes violentas como una forma de comunicación y relación entre las

personas, que pasan de generación en generación. Más allá de los efectos

inmediatos sobre la salud emocional de las personas, la violencia tiende a

multiplicarse y expandirse en el mediano y largo plazo afectando el capital

humano.

Es intolerable que los niños y niñas trabajen en vez de estudiar

En la ciudad, 46.523 niños y niñas de los estratos 1 y 2 se han visto obligados

u obligadas a incorporarse a actividades laborales en condiciones precarias de

informalidad, maltrato, soledad y explotación. Si se contemplan los demás

estratos, la cifra alcanza los 87.995, en especial, a expensas del estrato 3, lo

que muestra un empobrecimiento importante de la clase media. La tasa de

ocupación de los niños, niñas y adolescentes trabajadores de los estratos 1 y 2

de Bogotá es de 9,6% esto equivale a que 1 de cada 10 niños, niñas o

adolescentes trabaja10. El 53% de estos niños, niñas y adolescentes realiza

actividades de comercio informal y el 21% se desempeña en el área de

servicios. En la zona rural, los niños se ocupan como trabajadores

agropecuarios y las niñas como trabajadoras de los servicios.

Muchos de los niños, niñas y adolescentes trabajadores no perciben ingresos

(46%) y otros ganan poco menos de la cuarta parte de un salario mínimo. Del

total de los niños, niñas y adolescentes que trabajan, el 74% (34.025) asiste a

la escuela, el 26 % restante (12.498) ha desertado de ella.

Es importante anotar que además del trabajo que niños, niñas y adolescentes

realizan fuera del hogar, tienen también que hacerse cargo de oficios

domésticos. El 77% de los niños, niñas y adolescentes de los estratos 1 y 2

que trabajan asumen también los oficios del hogar. Para las mujeres, las

labores de lo doméstico son asumidas como naturales desde niñas y se

perpetúan a lo largo de sus vidas. La homologación “mujer - actividad

doméstica” hace que este trabajo se torne invisible, situación que se acentúa

cuando éste se realiza en hogares diferentes al propio y cuando forma parte de

relaciones de tutelaje o parentesco. Estas niñas tienen muy poco control sobre

su vida, y su aislamiento y dependencia las puede hacer victimas de

explotación, abuso y maltrato.

Otra situación que debe tenerse en cuenta de manera especial es la de los

niños, niñas y adolescentes que viven y trabajan en las calles de la ciudad y en

quienes no solo se conjugan sino que se exacerban numerosas violaciones a

sus derechos por su condición de vida en la calle. En el año 2001, IDIPRON y

el DANE realizaron el tercer censo de habitantes de la calle que mostró que

10 Datos de la Encuesta de Caracterización de la población entre 5 y 17 años de estratos 1 y 2

en Bogotá. DANE –DABS. 2002.

8

de un total de 10.477 personas censadas, el 13% (1.332) son niños, niñas o

adolescentes. El número de niños es más alto que el de las niñas y para ambos

sexos aumenta la proporción entre 12 y 16 años.11 Este mismo instrumento

señaló que un niño, niña o adolescente que se encuentra en situación de calle

tiene hasta 5 veces más de riesgo de ser victima de violencia sexual, de

consumir sustancias psicoactivas y de vincularse a actividades delictivas.

La pobreza y el desplazamiento son factores claramente asociados a la

participación laboral de los niños, niñas y adolescentes, a menudo las familias

de los sectores más afectados por ésta situación han recurrido al trabajo de los

niños, niñas y adolescentes para aumentar sus ingresos. Sin embargo, la

pobreza y exclusión social no son las únicas causas de la vinculación de la

población infantil y adolescente al trabajo. Muchas creencias e imaginarios

culturales sobre el trabajo y sobre los propios niños, niñas y adolescentes

propician su participación laboral. El valor que se le asigna al trabajo en el

proceso de formación y autodisciplina, la transmisión generacional de oficios o

el temor al ocio de los adolescentes, son algunos ejemplos de las

justificaciones culturales dadas al trabajo de los niños, niñas y adolescentes.

Otras variables de incidencia en esta situación son la cobertura y la calidad de

la educación, la falta de alternativas para ocupar el tiempo libre y la situación

de violencia y maltrato al interior de las familias.

Las tasas de deserción de la escuela primaria y secundaria en la ciudad son

altas y se relacionan no solo con factores de tipo económico sino también, y

sobre todo, con la escuela misma. La baja calidad de ésta, su rigidez y la no

pertinencia de los currículos suelen expulsar a niñas, niños y adolescentes

empujándoles tempranamente al mundo del trabajo.

El tipo de trabajo realizado por los niños, niñas y adolescentes, las condiciones

en que los realizan y la afectación a procesos claves como la escolarización y

el juego afectan su desarrollo armónico e integral. Según la CEPAL cada año

menos de educación básica, significa un 20% menos de ingresos en la vida

adulta.

Hacia el futuro, el trabajo infantil se constituye en la perpetuación del ciclo de

pobreza e impide el mejoramiento y desarrollo del capital humano del país y

contribuye a la agudización o mantenimiento de la inequidad en la distribución

del ingreso y de la riqueza social.

Es intolerable que los niños, niñas y adolescentes estén tan solos

Aunque no es fácil documentarlo, se sabe que muchos niños, niñas y

adolescentes están solos la mayor parte del tiempo. La línea 106 que maneja la

11 Boletín de la Veeduría Distrital, Situación de los Derechos de los Niños y las Niñas en Bogotá

D. C. 2002

9

SDS, Línea al Alcance de los Niños que hace parte de la red del buen trato,

muestra algunos indicios sobre la situación de soledad de niños, niñas y

adolescentes. Los tres primeros motivos de llamada a la línea son la solicitud

de información, el acompañamiento y la orientación psicológica. En muchas

ocasiones los niños, niñas y adolescentes llaman sólo para tener con quien

hablar y hasta para pedir ayuda en sus tareas.

La soledad afecta tanto a niños, niñas y adolescentes ricos como pobres y,

probablemente, más a los primeros que a los segundos. Es el resultado del

proceso de flexibilización laboral que impone nuevas formas de contratación,

horarios más extensos y más dedicación por menos ingresos. Pero también se

relaciona con la manera como los padres y madres establecen prioridades y

reducen al mínimo el tiempo que dedican a sus hijos e hijas.

Existe la percepción que la soledad de los niños, las niñas los y las

adolescentes genera deprivaciones psicoafectivas con consecuencias

impredecibles. Es posible que esté relacionada con el incremento de los

suicidios en niños, niñas y adolescentes, y es muy probable que se relaciones

con los accidentes en el hogar. En los hogares pobres se producen más

quemaduras de niños, niñas y adolescentes solos, pero en los hogares ricos

son más frecuentes las intoxicaciones.

Los niños, niñas y adolescentes que están solos entran en depresiones difíciles

de diagnosticar. Con frecuencia se manifiestan como enfermedades

psicosomáticas que son subvaloradas por los padres y adultos en general, al

punto que sólo cuando implican lesiones o expresiones severas son tenidas en

cuenta.

En el largo plazo, tampoco es fácil predecir las implicaciones de la soledad

pero con seguridad la confianza y las posibilidades de relacionarse con otros se

ve limitada, profundizando las opciones individualistas.

Es intolerable que los niños, las niñas y los adolescentes sean

marginados por estar en situación de discapacidad

Una de las mayores dificultades con respecto a este tema es que no existen

datos confiables sobre su magnitud y severidad. Las estimaciones nacionales

indican que aproximadamente el 10% de la población posee algún grado de

discapacidad; si esta proporción se aplica a los niños, niñas y adolescentes

bogotanos, entonces 250.444 menores de 18 años tendrían exigencias

mayores derivadas de su condición de discapacidad. En el censo de 1.993, se

reportaron 9.22112 niños y niñas menores de 14 años, lo cual equivale al 15%

del total de la población con discapacidad identificada. Posteriormente, en el

año 2.000, a través de la información suministrada por el proyecto de

12 Dato que corresponde solamente a personas con limitación auditiva y visual

10

Rehabilitación basada en comunidad en las 20 localidades en Bogotá, se

estableció que el 17% de la población en situación de discapacidad

correspondía a niños y niñas menores de 10 años.

Muchos de los niños, niñas y adolescentes con discapacidad podrían no

haberlas tenido si se hubieran detectado e intervenido temprana y

adecuadamente. Mas allá de la importante proporción de niños, niñas y

adolescentes en situación de discapacidad lo más preocupante es la

exacerbación de otras condiciones de vulnerabilidad que por esta se presenta.

Los niños, niñas y adolescentes en situación de discapacidad son más

fácilmente abandonados, maltratados y abusados. Hay una tendencia

generalizada de ver a las personas con discapacidad de manera permanente

como enfermas y a no reconocerlas por sus habilidades y fortalezas sino por

sus deficiencias.

Las familias con niños, niñas y adolescentes en situación de discapacidad no

encuentran respuestas adecuadas y oportunas de la sociedad en general y de

las instituciones en particular. Son escasos los programas de prevención,

detección temprana y atención oportuna; desde todos los sectores. Esta

situación lleva a que la condición de discapacidad con el tiempo se aumente y

se perpetúe la exclusión de la persona discapacitada.

 

¿Por qué toleramos lo intolerable?

 

Bogotá ha incrementado los servicios disponibles para niños, niñas y

adolescentes en los últimos diez años. Las coberturas en salud han

aumentado, a la par que los cupos en educación básica, en atención

preescolar, en atención de víctimas de maltrato y de abuso sexual. Existen más

parques y más bibliotecas, y la normatividad que prohíbe la explotación, el

maltrato y el abuso sexual es más precisa y punitiva. Sin embargo, los

problemas siguen allí y en ascenso. ¿Cómo se explica esta paradoja?

En primera instancia, podría decirse que la magnitud de los problemas supera

cualquier capacidad de respuesta del Estado, y es cierto. El indicador de

Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), que ha mostrado un progresivo

mejoramiento en la ciudad, aún indica que en aquellas viviendas donde los

mínimos no son los esperados en cuanto a los materiales con que son

construidas, la disponibilidad de servicios básicos, el nivel de hacinamiento, el

grado de dependencia económica y de ausentismo escolar, la mayoría de sus

miembros son niños y niñas. De 536.279 hogares con NBI en Bogotá, el 52%,

es decir, 277.640, son hogares con niños, niñas y adolescentes.

Si se utiliza el indicador de Línea de Pobreza (LP), que mide si los ingresos del

hogar son suficientes para adquirir una canasta básica de bienes y alimentos,

el 38% de las personas en pobreza, es decir, 1.189.744, son niños, niñas y

adolescentes, que a su vez corresponden al 55% del total de niños, niñas y

11

adolescentes de la ciudad. Dentro de este mismo indicador, si se analiza la

Línea de Indigencia (LI), esto es, la capacidad de las familias para adquirir al

menos la canasta de alimentos requerida para sobrevivir, se evidencia que el

40% de las personas bajo LI, es decir, 337.217 habitantes, son menores de 18

años.

Existen muchas organizaciones no gubernamentales (ONG) que abordan estos

problemas, tratando de cubrir lo que el Estado no alcanza a atender, y tampoco

es suficiente. Pero más importante que la magnitud es el modo como la

sociedad y el Estado responden a estos problemas.

La administración pública tiene una estructura fragmentada, a tal punto que

cada entidad maneja sus recursos y muy pocas veces interactúan de manera

coordinada. Algo parecido ocurre con las ONG. Cada una ha surgido de

manera independiente, su expansión depende de múltiples fuentes y, a veces,

compiten por la misma fuente de financiación. La causa de esta fragmentación

es que, tanto las Instituciones públicas como las ONG sólo se ocupan de las

consecuencias, sin lograr afectar las causas de forma sostenida. Esto se

origina en la comprensión que se tiene de los problemas y en la manera de

organizar las acciones para responder a ellos. Cada problema se analiza de

manera aislada, con independencia de los demás, para identificar causas

específicas. Con base en este análisis, se atiende y se intenta prevenir. A

veces se logra involucrar a varias entidades, públicas y privadas, con más o

menos éxito. Pero se trata de una sumatoria de acciones puntuales y aisladas,

que difícilmente obtienen el impacto deseado.

Los intolerables tienen cierta causalidad específica, pero también muchas

relaciones entre sí. Con frecuencia, los mismos niños, niñas y adolescentes

sufren múltiples problemas, y unos se potencian con otros. La incapacidad del

Estado es también la incapacidad de las familias, quienes sumidas en el

abandono, la pobreza y la guerra, no tienen tampoco las condiciones para

participar y exigir del Estado su compromiso ético de un Estado social,

democrático y participativo. Las redes familiares y sociales son aún incipientes

y las pocas que logran emerger lo hacen en precarias condiciones materiales y

políticas.

La fragilización de las familias ha conducido al debilitamiento de sus respuestas

frente a las necesidades de niños, niñas y adolescentes con un consecuente

incremento en la demanda de bienes y servicios a las instituciones del Estado.

Estas instituciones no han logrado responder adecuadamente, porque también

el Estado ha cambiado en su estructura y en la forma de realizar sus funciones.

La transformación de los subsidios a la oferta para pasar al modelo de subsidio

a la demanda en todos los sectores sociales se inscribe en los procesos de

globalización y de predominio del modelo neoliberal de desarrollo, muy a pesar

del pacto constitucional de 1991, orientado por el proyecto del Estado Social de

Derecho para la garantía de todos los derechos derivados de la ciudadanía.

12

El papel del Estado se ha venido desdibujando, pasando a ser un simple árbitro

del mercado en vez de un garante de derechos. A su vez, los derechos se han

convertido en mercancías a las que sólo se puede acceder si se cuenta con

suficiente poder adquisitivo para pagar por ellas. La política social perdió su

dimensión política para ser un mecanismo paliativo y compensatorio de los

rezagos del mercado. El país no ha logrado consolidar un sistema de seguridad

y protección social acorde con la garantía de derechos y las necesidades

mínimas de la población.

Por esta vía se logra separar muy bien lo que cada quien debe hacer, pero

nunca se alcanza la integración necesaria para abordar, de manera simultánea,

la complejidad sintética de los problemas y, sobre todo, de las causas.

El segundo elemento que hace que toleremos lo que debería ser intolerable se

ubica en las formas predominantes de ver la infancia y la adolescencia en la

ciudad, marcadas por un escaso reconocimiento social y político, por

imaginarios culturales y sociales de minusvalía y no reconocimiento como

sujetos de derechos. Ver a los niños, las niñas y los adolescentes como

propiedad de los adultos impide reconocer su autonomía; muchos de los

problemas se “naturalizan” y poco a poco, van haciendo parte de lo normal.

Verlos como “menores” sin autonomía se opone a cualquier intento de

reconocerlos como ciudadanos plenos, esto es, como sujetos de derechos. Y si

no hay concepción de derechos, todo se convierte en favor o caridad. De allí la

importancia de propiciar un reconocimiento masivo por parte de la sociedad

bogotana de la condición de sujetos de derechos de todos los niños, las niñas,

los y las adolescentes.

El desdibujamiento del Estado social de derecho, la ausencia de garantías y la

fragilidad de la familia, sumado al desencanto y ausencia de futuro, golpean

duramente a los niños, las niñas y los adolescentes, colocándolos en una

extrema condición de fragilidad en la cual las perspectivas de un futuro con

oportunidades y posibilidades para su desarrollo integral y para su felicidad no

se vislumbran.

 

¿Qué hacer para superar lo intolerable?

 

El reconocimiento de las situaciones descritas anteriormente como intolerables

para toda la sociedad bogotana implica un enorme compromiso, tanto del

Estado como de la sociedad, para alcanzar su superación. Pero ¿por dónde

empezar? Muchas causas se entrecruzan o se potencian para producir

diversos problemas, en apariencia separados. Además, existe jerarquía entre

las causas, de manera que un aspecto puede ser más incidente que otro, más

generador de problemas que otro, más estructural que otro. La voluntad de las

personas sólo es una parte del problema. Existen muchos condicionantes que

los individuos no pueden superar de manera aislada y requieren la potencia de

13

la acción colectiva. Entender esta complejidad y esta jerarquía debe ser el

punto de partida para superar lo intolerable.

Para afectar esta complejidad es necesario dejar de ver problemas aislados y

comenzar a pensar en la calidad de vida de los niños, las niñas, los y las

adolescentes, como el norte de la política. La calidad de vida se concreta en

cada ser humano en diferentes esferas -individual, colectiva, institucional,

subjetiva y ambiental- en las que se expresan las necesidades sociales. En la

esfera individual, las necesidades tienen que ver con el ejercicio de la

autonomía, desplegada desde la capacidad de valerse por sí mismo o

autonomía funcional, hasta la posibilidad de lograr la suficiencia económica o

de transformar el entorno. En la esfera colectiva, las necesidades exigen

esfuerzos de redistribución equitativa de los recursos disponibles en la

sociedad; en la esfera institucional, las necesidades se resuelven si se logra la

transectorialidad, la integralidad y se toman decisiones democráticas para

ejercer la función pública. En la esfera subjetiva las necesidades dependen de

los imaginarios sociales predominantes y en la esfera ambiental las

necesidades se relacionan con el problema de la sustentabilidad en el uso de

los recursos.

La humanidad entera ha venido entendiendo las necesidades humanas como

derechos universales e integrados, ligados a la ciudadanía y, por tanto,

deberes del Estado y responsabilidad social, tal como se expresa en el

conjunto de convenios internacionales firmados después de la Segunda Guerra

Mundial. La integralidad de los derechos permite avanzar también en la

integralidad de la satisfacción de las necesidades sociales y con ello, avanzar

en el logro de una mejor calidad de vida para todos y todas. Tal es el enfoque

central del Plan de Desarrollo Distrital 2004-2008 Bogotá sin Indiferencia: un

compromiso social contra la pobreza y la exclusión, recientemente aprobado

por el Concejo de Bogotá, carta de navegación de la administración distrital

dirigida por el alcalde Lucho Garzón.

Tratándose de los niños, las niñas, los y las adolescentes, existe una clara

aceptación internacional de la prevalencia de sus derechos sobre los de los

demás ciudadanos y de la aplicación del principio de superioridad, en caso de

presentarse dilemas en la garantía de derechos. Sobre estas bases, una

política pública que tienda a garantizar los derechos de los niños, las niñas, los

y las adolescentes permite superar muchos problemas al mismo tiempo, más

aún si se acepta el papel del Estado, en calidad de garante, y de cada miembro

de la sociedad como responsable y contribuyente para su realización.

 

¿Qué pretende la política de infancia y adolescencia?

 

Soñamos a los niños, las niñas y los adolescentes de Bogotá como ciudadanos

y ciudadanas sujetos de derechos por igual. Reconocidos desde la gestación y

14

a lo largo del ciclo vital en su individualidad. Niños, niñas y adolescentes que

sean y se sientan queridos, seguros de tener su vida protegida, con las

oportunidades materiales y sociales requeridas para su desarrollo, actores de

ciudadanía en un entorno sustentable y adecuado a sus necesidades.

Soñamos con relaciones democráticas entre adultos y niños, niñas y

adolescentes, más aún entre ellos, cuyas particularidades culturales, étnicas,

religiosas y políticas sean valoradas y tenidas en cuenta. Relaciones que se

fundamenten en la igualdad entre los géneros, en el respeto, en el afecto; que

comiencen en las familias como contexto primario de socialización y alcancen

una sociedad participativa, solidaria e incluyente.

Que los bogotanos y bogotanas entendamos que a la niñez no se vuelve y por

lo tanto lo que no se haga por los niños, las niñas y los adolescentes, lo que no

se les dé o lo que se les quite, lo perderán para siempre; su recuperación total

será imposible y los costos incalculables.

La solidaridad es el principio fundante de la construcción y el fortalecimiento de

las redes sociales indispensables para la garantía de los derechos de los niños,

las niñas y los adolescentes; por lo tanto, la movilización social a su favor es

una acción inaplazable. Esta movilización debe ser permanente, generadora de

transformaciones y protagonizada por personas con plena conciencia de

ciudadanía.

Dada la importancia de este momento de la vida, es necesario concentrar todos

nuestros esfuerzos en garantizar las condiciones que permitan vivirla con

dignidad y plenitud. Por ello la garantía y el reestablecimiento de los derechos

de los niños, las niñas y los adolescentes serán el criterio ordenador de

actuaciones y decisiones, interpretación de normas, resolución de tensiones

entre derechos, políticas públicas e inversión.

Los hábitos, las costumbres, las creencias, se afectarán colectivamente hacia

la construcción de una cultura a favor de los niños, las niñas y los

adolescentes, desnaturalizando actuaciones que son intolerables, como las

violencias, la explotación, el hambre y el abuso sexual.

La garantía de los derechos es un reto de alta complejidad que exige una

gestión pública diferente, que trascienda la visión sectorial fragmentada y

acuda a una institucionalidad capaz de reorganizarse en función del

reconocimiento de la integralidad del sujeto y de sus derechos, que identifique

los territorios sociales como los escenarios donde acontece la vida cotidiana y,

por lo tanto, como los lugares privilegiados de su acción.

Frente al sueño compartido de una ciudad moderna y humana, justa, solidaria y

con perspectivas de futuro, es urgente un compromiso radical, auténtico y

oportuno con la infancia y la adolescencia, para que no sean violentadas en

15

ningún espacio de la vida cotidiana y para que su desarrollo sea el testimonio

de una sociedad y una ciudad que construye y se moviliza en torno a la vida,

una vida con calidad, una vida digna.

No hay persona, institución o sector que no pueda ser interpelado por el

llamamiento que hace esta política de cero indiferencia frente a los niños, las

niñas y los adolescentes.

 

El llamado

 

Esta política hace un llamado para que todas las acciones que se desarrollen,

desde las instituciones gubernamentales, desde las instituciones no

gubernamentales y desde las demás expresiones de la sociedad civil, acojan

los principios aquí contenidos, de manera tal que avancemos en la

construcción de un contexto político, social y económico que sea garante de las

condiciones materiales y afectivas requeridas para que los niños, niñas y

adolescentes ejerzan plenamente sus derechos.

Todas nuestras acciones deben contribuir a construir un imaginario social, una

cultura que reconozca y valore a los niños, niñas y adolescentes como sujetos

plenos de derecho, y que les otorgue primacía en consideración a lo crucial de

su momento de desarrollo. Esto implica que la garantía y la restitución de sus

derechos deben ser siempre el criterio ordenador para la asignación de

recursos, para la planeación de acciones, para la resolución de tensiones y

conflictos de cualquier naturaleza. La construcción de ese imaginario social

implica también la convocatoria y la movilización hacia la responsabilidad y la

solidaridad permanente de amplios sectores sociales con los niños, niñas, y los

adolescentes sobre el entendido que sólo las acciones conjuntas,

complementarias, simultáneas y progresivas nos permitirán afectar más

estructural y positivamente los contextos, las relaciones y las subjetividades

garantes de los derechos de los niños, las niñas y los adolescentes.

Todas nuestras acciones deben avanzar hacia el reordenamiento y el

desarrollo institucional, de tal manera que su visión, su estructura y su dinámica

reconozcan y asuman la prevalencia de la garantía de los derechos de los

niños, niñas y adolescentes. La oferta de bienes y servicios sociales debe

adecuarse a los mínimos materiales y afectivos requeridos para el ejercicio

universal de los derechos fundamentales y a las diferentes necesidades de los

niños, niñas y adolescentes derivadas de sus condiciones socioeconómicas,

culturales, étnicas, religiosas y etáreas, entre otras. Las condiciones de acceso

deben garantizarse sin dilación y con fundamento en la protección de la vida, la

generación de espacios propicios para el desarrollo y las garantías para el

ejercicio de la ciudadanía de niños, niñas y adolescentes. La articulación

transectorial debe construirse sistemáticamente, lo cual implica entre otras

cosas romper las lógicas cerradas y sectoriales para alcanzar conexiones

políticas, programáticas y presupuestales en torno a objetivos definidos

16

conjuntamente. En todos los casos, la acción sobre las causas y no sólo sobre

las consecuencias será el énfasis para avanzar en el desarrollo de las

potencialidades y de una mejor calidad de vida.

 

Los ejes de la política

 

La política para niños, niñas y adolescentes de la ciudad se centra en la

garantía de los derechos para mejorar su calidad de vida. Con tal propósito, los

ejes estratégicos de la política serán: la protección de la vida, la generación de

escenarios propicios para el desarrollo y de condiciones para el ejercicio de la

ciudadanía por parte de los niños, las niñas y los adolescentes. El compromiso

es con todos los niños, las niñas y adolescentes, por alcanzar los mínimos

universales, con perspectiva de progresividad.

De los tres ejes se desprenden siete componentes en torno a los cuales se

organizarán las acciones conjuntas del Estado y la sociedad bogotana para

materializar los sueños. Los componentes son: el inicio de una vida digna,

ciudad segura para niños, niñas y adolescentes, seguridad alimentaria,

relaciones propicias para el desarrollo, ambiente amigo de los niños, niñas y

adolescentes, Niños, niñas y adolescentes a la escuela y adultos al trabajo, y

niños, niñas y adolescentes actores de sus propios derechos.

 

I.                   La protección de la vida

 

Garantizar la protección de la vida de niños, niñas y adolescentes implica

actuar con determinación sobre los factores externos que atentan contra su

integridad y su seguridad, así como garantizar una atención oportuna y de

calidad frente a hechos que amenazan su sobrevivencia y desarrollo. En este

eje se enfatizará el desarrollo de tres componentes: el inicio de una vida digna,

ciudad segura para niños, niñas y adolescentes, y seguridad alimentaria.

 

1. El inicio de una vida digna

 

El inicio de la vida es un momento particularmente crucial para la vida futura y

el desarrollo de los niños, las niñas y los adolescentes. De la calidad de la

gestación dependen muchas fortalezas para afrontar la llegada a este mundo.

A su vez, de la calidad de la atención del parto depende la superación del

primer mes de vida. Y alcanzar la meta del primer año depende de un ambiente

propicio y de un cuidado extremo, porque una infección en apariencia leve

puede arrasar en horas con esa corta vida.

17

En este componente se pretende hacer todo lo posible por garantizar una

gestación, un parto y un primer año de vida de la mejor calidad. Existen

recursos normativos, institucionales y económicos suficientes para lograrlo en

Bogotá. Para tal fin se priorizarán las madres, niños, niñas y adolescentes en

condición de pobreza y vulnerabilidad. Se proponen las siguientes líneas de

acción:

1.1. Al nacer: para reconocer su condición de nuevo ciudadano o

ciudadana, se entregará al recién nacido la “carta de ciudadanía”,

que implica el compromiso de la ciudad con su futuro. Por su parte, la

Registraduría Distrital hará un registro transitorio al niño o a la niña

antes de dejar la institución hospitalaria, en caso de que no lo pueda

hacer de manera definitiva. El registro transitorio será ratificado por el

notario durante el primer mes, bajo la responsabilidad de la familia y

con la disminución de barreras por parte del Círculo de Notariado y

Registro. La Secretaría Distrital de Salud (SDS) activará los

mecanismos para afiliar al Régimen Subsidiado al recién nacido, la

madre y su familia cuya vivienda se encuentre en estratos 1 y 2, en

caso de no contar con aseguramiento. A su vez, la familia y las

comunidades activarán redes de solidaridad y de cuidado y

conocerán las rutas institucionales más próximas para la atención del

recién nacido, en caso de necesitarlas.

 

1.2. Antes de nacer: para lograr una gestación de calidad, la Secretaría

Distrital de Salud (SDS), el Departamento Administrativo de

Bienestar Social (DABS) y la Secretaría de Educación (SED)

desarrollarán acciones de promoción del embarazo deseado, que

incluya la prevención del embarazo adolescente. La SDS propiciará

un pacto entre todos los aseguradores de los regímenes contributivo

y subsidiado con el Fondo Financiero Distrital de Salud (FFDS) para

garantizar el control prenatal temprano con la participación del padre,

educación, información y promoción de una alimentación sana y de

calidad de la gestante, y el acceso a la atención adecuada del parto.

Las familias y comunidades activarán las redes sociales de apoyo, en

especial para mujeres solas o cabeza de familia, y el DABS ampliará

los cupos de subsidio para las gestantes en condiciones de

vulnerabilidad. Los empleadores que cuenten entre sus trabajadoras

con mujeres en gestación se comprometerán a garantizarles la

afiliación a la seguridad social, con todos los derechos definidos en la

ley, y a identificar y prevenir la exposición a riesgos para su salud y la

de su hijo-a.

 

1.3. En el primer año: para superar la meta del primer año en las

mejores condiciones, la Alcaldía desarrollará, a través de sus

entidades una amplia campaña de información y comunicación para

promover y apoyar la lactancia exclusiva hasta el sexto mes de vida.

18

La SDS comprometerá a los aseguradores de los dos regímenes y se

hará responsable de las familias no aseguradas, para cumplir el

mandato constitucional de garantizar el acceso, sin restricción

alguna, a la atención integral en salud de niños y niñas menores de

un año, apoyándose en el programa Salud a su hogar. Esto incluye el

control de crecimiento y desarrollo, vacunación, información y

educación para la salud a la madre y la familia, la atención oportuna

y de calidad según la necesidad y el diagnóstico temprano de

limitaciones físicas y mentales para prevenir la discapacidad y

garantizar el desarrollo adecuado. El DABS ampliará la cobertura con

subsidios para madres en condiciones de vulnerabilidad hasta los

seis meses de vida del niño o la niña y los vinculará a los programas

de atención de la primera infancia. Las familias y comunidades

activarán las redes sociales de apoyo y conocerán las rutas

institucionales para la atención oportuna de los niños y niñas

menores de un año que la requieran.

 

2. Ciudad segura para niños, niñas y adolescentes

Para prevenir los accidentes de los niños, las niñas y adolescentes no basta

con adoptar medidas individuales; es necesario generar condiciones, entre la

sociedad y el Estado, para hacer de la ciudad un escenario seguro, libre de

riesgos para cualquier tipo de accidente. Este componente pretende

desencadenar la acción colectiva necesaria para lograr que todos los espacios

en los que se desenvuelve la vida de los niños, las niñas y adolescentes sean

seguros y protejan su integridad física. Para lograrlo, se proponen las

siguientes líneas de acción:

 

2.1. Sin riesgos: La Alcaldía, a través de las entidades relacionadas,

desarrollará una campaña de comunicación y educación de amplia

cobertura para identificar los riesgos a la integridad física de niños,

niñas y adolescentes, en los principales ámbitos en que desarrollan

su vida: el hogar, la escuela, el transporte, el parque, la calle. Como

resultado de la identificación de riesgos, las instituciones se

comprometerán a diseñar, ejecutar, monitorear y evaluar sus planes

de atención, prevención y mitigación de riesgos en el hogar, en la

escuela, en el transporte y en los barrios.

 

2.2. Espacio y transporte seguros: los comités locales de emergencia,

el Instituto de Desarrollo Urbano, la Secretaría de Tránsito y

Transporte (STT) y el Departamento Administrativo de Planeación

Distrital desarrollarán un proceso de identificación y certificación de

espacios, especialmente de aquellos en los que transcurre la vida

cotidiana de los niños, niñas y adolescentes; y de medios de

transporte seguros para niños, niñas y adolescentes, con el apoyo de

19

los equipos institucionales de control de la calidad del hábitat del

DAMA y de las organizaciones sociales. Una vez se certifiquen los

espacios y los medios de transporte seguros, recibirán un sello de

reconocimiento de amplia visibilidad.

 

3. Seguridad alimentaria

Los niños, las niñas y los adolescentes son particularmente sensibles a la

insuficiencia y a la mala calidad nutricional de los alimentos, aspectos que

afectan de manera sustancial sus posibilidades de desarrollo a futuro. Este

componente garantizará el acceso a alimentos de calidad nutricional suficiente

para niños, niñas y adolescentes. Para lograrlo, se proponen las siguientes

líneas de acción:

 

3.1. Alimentos para todos y todas: en el marco del programa Bogotá sin

Hambre, el Sistema Distrital de Nutrición, Plan Maestro de

Abastecimiento de Alimentos, la Alcaldía desarrollará estrategias de

articulación del esfuerzo público y privado para mejorar el acceso, el

abastecimiento y la disponibilidad de alimentos frescos y de calidad, la

suplementación con micronutrientes y la fortificación de alimentos como

la sal y la harina de trigo, para niños, niñas, adolescentes y madres

gestantes. Las entidades de servicios públicos avanzarán

significativamente en mejorar el acceso a agua potable y combustible o

energía para cocción de alimentos en las zonas con NBI.

 

3.2. Alimentación sana: el programa Bogotá sin Hambre establecerá pactos

con los supermercados para definir y facilitar el acceso a una “canasta

nutritiva para niños, niñas y adolescentes”, y concertará con los tenderos

de barrio el acceso y la difusión de “combos nutricionales”. Al mismo

tiempo, desarrollará una campaña de medios masivos y en los centros

educativos para promover la alimentación sana de niños, niñas y

adolescentes en la ciudad.

 

3.3. Alimentos en el campo: dada la menor disponibilidad de una

alimentación balanceada en las zonas rurales de la ciudad, el programa

Bogotá sin hambre coordinará las acciones para fortalecer la economía

campesina, estimular la diversificación de la producción de alimentos en

el área rural de la ciudad y así mejorar la calidad de la alimentación de

niños, niñas y adolescentes en el campo.

20

 

II. La generación de espacios propicios para el

desarrollo

 

 

Generar espacios que propicien el desarrollo armónico e integral de los niños,

niñas y adolescentes significa que los ambientes naturales y construidos

tengan condiciones y medios para estimular la creatividad y permitir el

desarrollo de sus capacidades y potencialidades. Estos ambientes son el

resultado de relaciones propicias entre los niños, las niñas y los y las

adolescentes, de ellos con los adultos, con los vecinos, con las instituciones, y

de todos con nuestro entorno. Los componentes de este eje son: Relaciones

propicias para el desarrollo, Ambiente amigo de los niños, las niñas y los

adolescentes y, Niños y Niñas a la escuela y adultos al trabajo.

 

1. Relaciones propicias para el desarrollo

Las violencias, los abusos, la explotación, la marginación de los discapacitados

se superarán cuando todos y todas estemos dispuestos a propiciar el desarrollo

infantil y el ejercicio de la autonomía de los niños, las niñas y adolescentes,

como prioridad de nuestras relaciones cotidianas. Tal es el propósito de este

componente, para lo cual se proponen las siguientes líneas:

1.1. Al rescate: Las instituciones miembros del Consejo Distrital para la

atención a niños y niñas víctimas de abuso y explotación sexual

desarrollarán acciones de rescate y atención de niños y niñas

maltratados, abusados y explotados sexualmente, esto incluye

identificación, concertación de rutas de atención inmediata tanto

institucionales como sociales según el problema, adecuación y

fortalecimiento institucional del sistema de protección, y un gran

componente de comunicación para promover la responsabilidad

colectiva y el control social. La SDS estimulará un mayor uso de la

línea 106 al alcance de los niños, a través de la cual ellos y ellas

pueden denunciar y buscar apoyo en caso de requerirlo y las

personas adultas recibir orientación sobre las rutas para acceder a

los servicios de protección, prevención y atención de los niños, las

niñas y adolescentes.

 

1.2. Relaciones democráticas: La Alcaldía, a través de sus instituciones

divulgará de manera permanente y masiva los derechos de la niñez y

las formas de exigir su cumplimiento. Igualmente se reconocerán y

difundirán experiencias positivas de comunicación y participación de

los niños, niñas y adolescentes en las familias y en el medio escolar,

y de su reconocimiento por parte de las personas adultas. La escuela

fomentará la operación adecuada de los gobiernos escolares. Las

organizaciones comunitarias, con el liderazgo del Departamento

Administrativo de Acción Comunal y del Instituto Distrital de

Recreación y Deporte, incentivarán la organización de los niños,

21

niñas y adolescentes y su participación en otros escenarios

establecidos.

 

1.3. Condiciones propicias para el desarrollo:

?????? Durante la primera infancia: Se ampliará la cobertura de los

programas dirigidos a los niños y niñas menores de 6 años

y se propiciará el fortalecimiento de las capacidades de las

familias para estimular el desarrollo de sus niños y niñas.

Se propiciará la adecuación de los ámbitos de desarrollo

de los niños y niñas, ofreciendo en todos ellos condiciones

para el juego, la diversión y el aprendizaje, en tanto el

juego es un derecho de niñas, niños y adolescentes y un

elemento básico en el desarrollo. La disponibilidad y

utilización de juegos y juguetes en el hogar, el jardín y el

parque serán prioridad de las instituciones y

organizaciones locales y distritales.

?????? Durante la edad escolar: La Secretaría de Educación

impulsará el desarrollo del Programa “Escuela ciudad y

ciudad escuela”, articulándolo con los proyectos

ambientales escolares del DAMA, con el IDCT y con las

demás iniciativas culturales, pedagógicas, recreativas y

deportivas, de la ciudad para los niños, niñas y

adolescentes. Se desarrollarán mecanismos para

articularla e incorporarla dentro del plan educativo de las

diferentes instituciones escolares y para que los propios

niños, niñas y adolescentes con los demás miembros de su

familia y la comunidad participen en el diseño, desarrollo y

seguimiento.

?????? Durante la adolescencia: Se fortalecerán las capacidades y

potencialidades de los y las adolescentes, se propiciará la

expresión de las diversas identidades juveniles, a la vez

que se avanzará en la deconstrucción de los estigmas

asociados a la juventud. Igualmente se propiciará la

formación técnica y tecnológica como base para el acceso

a oportunidades de generación de ingresos y se

estimulará la organización y confederación de las

asociaciones juveniles. Finalmente se estimulará la

construcción de una sexualidad responsable y placentera.

2. Ambiente amigo de los niños, las niñas y los adolescentes

Muchas de las causas de enfermedad y muerte evitables en la infancia y la

adolescencia se relacionan con la calidad del ambiente. Al mismo tiempo, el

asunto ambiental se relaciona de manera estructural con el concepto de calidad

de vida. Además, el tema del ambiente se relaciona con el fortalecimiento de la

22

autonomía de niños, niñas y adolescentes, en la medida en que es un asunto

creciente de interés para ellos.

El eje de ambiente amigo pretende garantizar un ambiente sano y sustentable

para niños, niñas y adolescentes, que incluya, como mínimo, el acceso al agua

potable, al saneamiento, a la recolección de basuras, al aire y el suelo limpios,

y la viviendas y escuelas adecuadas. Con tal fin se proponen las siguientes

líneas de acción:

2.1. Construcción de ambientes sanos para niños, niñas y adolescentes,

que incluyan vivienda y escuela saludable (agua potable, saneamiento

básico, control de vectores), barrios sanos (servicios públicos,

disposición de basuras, desarrollo de proyectos ecológicos) y la

evaluación y mejoramiento de la calidad ambiental del entorno. Esto

último incluye análisis del aire (exposición a fuentes fijas y móviles de

contaminación, contaminación atmosférica y por ruido), agua y suelo

(riesgos por inundación, deslizamiento, remoción en masa). Este

componente implica pactos con industriales y empresas de servicios

públicos domiciliarios.

2.2. Apoyo a las iniciativas de los niños, niñas y adolescentes para

mejorar la calidad del ambiente y establecer una relación más armónica

con la naturaleza, para comprender, valorar y respetar la diversidad y

favorecer el pluralismo. La experiencia de DAMA en el apoyo a

iniciativas ambientales juveniles del Programa Proceda, será el punto de

partida de esta línea de acción.

2.3. Sin obstáculos: dada la especificidad de los riesgos para niños, niñas y

adolescentes en situación de discapacidad, la Alcaldía desarrollará,

desde sus entidades y con el compromiso de sectores específicos de la

sociedad civil, un plan de generación de condiciones de accesibilidad y

seguridad para niños, niñas y adolescentes en situación con

discapacidad, en el hogar, la escuela, el transporte y el espacio público.

Este será un componente del Plan Distrital de Discapacidad, a cargo del

Comité Distrital de Discapacidad.

3. Niños y niñas a la escuela, adultos-as al trabajo

El trabajo infantil no es un fenómeno unicausal, se relaciona con la

desescolarización de los niños, niñas y adolescentes, con el desempleo y la

falta de ingresos de la familia, en particular de las personas adultas, con los

imaginarios culturales asociados al trabajo y finalmente con la configuración de

escenarios favorables para la explotación intencional o velada de los niños,

niñas y adolescentes en trabajos específicos.

23

Afectar significativamente el trabajo infantil, hasta eliminar las peores formas de

explotación, pasa por la integración de acciones que modifiquen esta

multicausalidad, las principales son:

 

3.1. Búsqueda activa: Implica la activación de diferentes estructuras y

mecanismos comunitarios e institucionales que se encarguen de

identificar a los niños y niñas que se encuentran desescolarizados y/o

que están siendo explotados en el trabajo para conducirlos a ellos y a

sus familias hacia los servicios sociales que garanticen la transformación

de las condiciones que originaron su vinculación al trabajo.

3.2. La escolarización, una prioridad: El sector educativo ampliará la oferta

de programas flexibles y de buena calidad para que los niños y niñas

que posean más de la edad esperada para el curso al que aspiran o

cuyas competencias no alcanzan los mínimos requeridos, cuenten con el

apoyo hasta alcanzarlo. De ser necesario el DABS y la SDE asumirán

conjuntamente los costos complementarios de la escuela y aportarán un

kit básico con útiles escolares, uniformes o elementos de aseo para

todos los niños y niñas.

3.3. Servicios incluyentes: Adicionalmente la Alcaldía a través de sus

instituciones y en asocio con otras instancias privadas y comunitarias

garantizará el acceso al Sistema General de Seguridad Social en Salud

a todos los núcleos familiares beneficiarios de estos programas,

apoyándose en el programa Salud a su Hogar. Se impulsará el máximo

aprovechamiento de los escenarios recreativos y deportivos de que

dispone la ciudad, con especial énfasis en el periodo vacacional,

momento en que se presenta una mayor tendencia de vinculación de los

niños y niñas al trabajo. El registro civil de los niños y niñas, así como la

documentación de los adultos es un problema central a la hora de

resolver, por ejemplo, el acceso a los servicios y al mercado laboral, por

lo que será prioridad de la política generar acuerdos con la

Registraduría, el DAS y el Ejército, para obtenerlos.

3.4. Oportunidades de ingresos para las personas adultas: Los adultos

de las familias comprometidos con la desvinculación de sus niños y

niñas de la explotación laboral y su permanencia en el sistema

educativo, serán vinculados de manera temporal y condicionada a

diferentes oportunidades para la generación de ingresos que irán desde

la formación en oficios hasta la ubicación en puestos de trabajo.

3.5. Movilización social: Se desarrollarán programas de información,

capacitación y movilización social que marquen como intolerables la no

asistencia de los niños y niñas a centros educativos de buena calidad y

su explotación laboral.

 

III. Condiciones para el ejercicio de la ciudadanía

24

1. Actores de sus propios derechos

Reconocer a niños, niñas y adolescentes como sujetos de derechos implica

partir de su condición de actores transformadores de su propia realidad. Tanto

en el plano individual como colectivo, es necesario crear espacios, facilitar

condiciones y construir mecanismos que permitan el pleno ejercicio de la

autonomía, el reconocimiento de sus propios derechos, la exigencia de su

cumplimiento y el rechazo de su vulneración. En tal sentido se orienta el eje

Actores de sus propios derechos, con base en las siguientes líneas de acción:

1.1. Encuentros de infancias de todos los colores: Las Secretarías de

Educación, Salud y Gobierno, los Departamentos de Acción Comunal y

de Bienestar Social en conjunto con las demás instituciones, se

encargarán de generar y fortalecer organizaciones de niños, niñas y

adolescentes y su participación en diferentes escenarios.

1.2. Promoción de derechos: Las diferentes entidades distritales se

encargarán de difundir entre los niños y niñas, sus familias y

comunidades los derechos de los niños, las niñas, los y las

adolescentes, definidos en forma precisa y sencilla, como apoyo para

hacerlos respetar. Igualmente conformarán círculos de promoción de los

derechos de niños, niñas y adolescentes, en todas las escuelas y

colegios, públicos y privados, de la ciudad, a la vez que se exploran

nuevas pedagogía sobre derechos.

1.3. Apoyo a las iniciativas: en asocio con organizaciones privadas y

comunitarias se promoverán y financiarán iniciativas de desarrollo

propuestas por los niños, niñas y adolescentes. La academia

acompañará los procesos de formación para su participación. Se

crearán condiciones para que sus propuestas sean tenidas en cuenta.

 

Convocatoria para la acción

 

Cada uno de los componentes de la política contribuirá a mejorar la calidad de

vida de niños, niñas y adolescentes, siempre y cuando produzcan movilización

social, amplia y diversa, y no se queden en las acciones tradicionales de las

entidades públicas.

En tal sentido, la Alcaldía convoca a la sociedad bogotana a realizar un

proceso de debate de la política para convertirla en un contrato social por la

niñez en Bogotá. Cada iniciativa que haga parte del plan operativo de la política

será una confirmación de este contrato social.

El Consejo Distrital de Política Social será la instancia privilegiada de

concertación y coordinación para desarrollar, hacer seguimiento y evaluar la

política para niños, niñas y adolescentes de Bogotá.

25

Cada oportunidad que tengamos hoy para que niños, niñas y adolescentes

vivan mejor significa valorar el presente y no sólo pensar en el futuro.

“Quiéreme bien, quiéreme hoy”, porque la niñez se vive sólo una vez, y todo lo

que no les demos hoy, lo perderán para siempre.

 

                                                                                                                              

 

 
   
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